domingo, 31 de julio de 2016

La conspiración de los mantuanos



Corre el año 1808 y Venezuela vive desde hace un tiempo una agravante crisis económica, ocasionada principalmente por las guerras napoleónicas en Europa. Aunque lejos en apariencia, éste conflicto afecta de manera indirecta a toda América. Aunado para colmo de males, la ingenua firma del Tratado de Fontainebleau por el valido del rey e España, Manuel Godoy, quien le permitía al ejército francés cruzar por su territorio para invadir a Portugal. Napoleón, aprovechó la situación y envió alrededor de 100.000 soldados a la Península Ibérica, generándose de inmediato el descontento generalizado de la población y las revueltas sucesivas en contra del rey Carlos IV y a favor de su hijo Fernando VII. Presionado, el padre escapa a Francia. El nuevo rey de España, Fernando VII, busca el reconocimiento del Emperador Francés y viaja a principios de mayo a Bayona, Francia, para entrevistarse con él, y se entera que Napoleón tiene otros planes: el sustituir a los Borbones por los Bonaparte, nombrando asi a su hermano mayor, José, cómo el nuevo rey de España. Fernando VII es apresado.


Napoleón Bonaparte, emperador de Francia
José I Bonaparte, rey de España
Joaquín Murat, rey de Nápoles

En Venezuela se corrían rumores pero la información oficial llegó a mediados de julio, dos meses después del derrocamiento y apresamiento del rey Fernando VII en Francia. El bergantín francés “Serpent” atraca en el puerto de La Guaira y su capitán sube a Caracas para solicitarle al Capitán General de Venezuela, Juan de Casas y Barrera, que reconociese como nuevo rey de España a José I Bonaparte. El empleado de la gobernación que sirvió como traductor, fue un joven de 27 años de edad, Andrés Bello. El Capitán General no se precipita y por los momentos no toma una decisión, pero en el ínterin, la noticia se corre por la capital y se despertó, otra vez, el fervor independentista de algunos, no de todos, ni siquiera de la mayoría. Pero de igual forma, la algarabía de la muchedumbre, apoyando al depuesto rey de España, Fernando VII, obliga al capitán del bergantín francés a bajar de nuevo a La Guaira y refugiarse en su barco en espera de la respuesta positiva de Juan de Casas.  Evento que pasará a la historia como “La rebelión de los mantuanos”, pero no termina allí. Mientras los franceses esperan ansiosos en su barco la respuesta oficial, llega también al Puerto de La Guaira un barco de guerra inglés, la fragata “Acasta”, más grande y mejor equipada que su contraparte la francesa y la toma sin mayor resistencia , apresando a su capitán.


La fragata inglesa Acasta  al mando del capitán Philip Beaver, somete al
bergantín francés de Serpent junto a su capitán, en el Puerto de La Guaira,
limitando así la influencia napoleónica en el Caribe.

Ahora, es el turno del capitán inglés, Philip Beaver, quien sube a Caracas y solicita audiencia con Juan de Casa. Interesante cambio de eventos; hasta hace nada Reino Unido era enemigo acérrimo de España, pero como las oportunidades se presentan calvas, Inglaterra, más enemiga de Napoleón, es de pronto y por pura conveniencia, la nueva amiga de España.

La ciudad de Caracas a principios del siglo XIX con la esbelta torre de
la catedral antes de su derrumbe en el Terremoto de 1812.

El Capitán General de Venezuela tiene un dilema, reconocer al nuevo rey, Fernando VII, aunque apresado, o serle fiel al depuesto Carlos IV. Los mantuanos, que poseen una agenda oculta, apoyan, tan sólo de palabra, al nuevo rey, pero desean crear una Junta Provincial, la cual les daría a los venezolanos más autonomía, distanciándose tanto de Francia como de España, inspirados por supuesto en el éxito obtenido por los Estados Unidos veinticinco años atrás, cuando se independizaron de Gran Bretaña.

La familia real española en 1800. Cuadro pintado por Francisco Goya, quien
aparece atrás y que en la actualidad está en el Museo del Prado.
El rey Carlos IV a la derecha y su hijo Fernando, futuro rey de España,
se destaca a la izquierda de azul, junto a la esposa que aún no conoce, razón
por la cual su rostro no se muestra.

Los mantuanos: José Félix Ribas, Mariano Montilla, Martín Tovar, Simón Bolívar, su hermano Juan Vicente, entre otros, vociferan y caldean los ánimos. Ya ni siquiera los satisface el crear una Junta, ya hablan de independencia. El Capitán General, entre la espada y la pared, desea poner orden y les sugiere al grupo que se retiren a sus haciendas, para no tener que arrestarlos y crear así otro conflicto, uno de carácter social, siendo todos ellos hijos de prominentes familias de muy alto poder económico.

Primer mapa de la ciudad de Caracas elaborado en 1578

Juan de Casas entonces solicita al consejo del Ayuntamiento que se pronuncie y proponga una alternativa. Ellos después de intensas deliberaciones llegan a la conclusión de crear, efectivamente, una Junta Provincial, compuesta por 18 miembros que incluya incluso a un representante del pueblo. Los mantuanos están eufóricos pero el Capitán General no tanto, si él acepta la propuesta diluye su poder. Para suerte suya y sin aun haber proclamado su decisión, llega desde España un barco en representación de la Junta Suprema de Sevilla, portavoz del depuesto rey Fernando VII, ratificándolo como Capitán General. El orden se había restituido, pero los mantuanos, tan cerca de lograr su objetivo, se vieron traicionados por el destino, e intentaron desesperadamente retomar el control.

La Junta Suprema de Sevilla, creada a finales de mayo de 1808, se conforma
con representantes de otras Juntas Provinciales de España, como poder político
que se resiste al nuevo gobierno impuesto por Napoleón.

Se reunieron en casa de José Félix Ribas, mantuanos, criollos y militares descontentos, redactaron y firmaron un documento, en el que se le solicitaba a Juan de Casas la creación de la Junta Suprema de Caracas, para así distanciarse de España en caso dado que Francia tomara el control absoluto del reino.

Bandera que será adoptada en 1810 por la Junta Suprema de Caracas, en la
que se destaca en la franja centra el "apoyo" al rey Fernando VII.

Juan de Casas recibe el documento, lo analiza, evalúa las consecuencias, convoca a las milicias y ordena el arresto de las 45 personas que habían firmado la petición “conspiradora”, entre ellos el conde de Tovar, el marqués del Toro y Antonio Fernández de León, futuro marqués de Casa León.


Las milicias, fieles al rey, arrestan a todos los conspiradores: mantuanos,
criollos y soldados descontentos, que buscaban crear una Junta de Gobierno
independiente a la de España en su afán de independencia.

Para mayo de 1809 todos los involucrados ya habían sido liberados y la conspiración erradicada, pero no el descontento y la determinación de sus cabecillas, que habrán de esperar hasta el 19 de abril de 1810 para ver su sueño hecho realidad.


Escrito por Jorge Lucas Alvarez Girardi

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